martes, 20 de noviembre de 2007

Microorganismos

Enfermedades en el siglo XV:


La viruela, el sarampión, la peste negra y otras enfermedades europeas causan estragos en América.



La Viruela:


La viruela es una enfermedad infecciosa grave, contagiosa que en algunos casos puede causar la muerte. No hay tratamiento especial para la viruela y la única forma de prevención es la vacunación. El nombre viruela proviene de la palabra latina que significa “manchado” y se refiere a los abultamientos que aparecen en la cara y en el cuerpo de una persona infectada.



El sarampión:



Los datos sobre el sarampión se remontan al menos al año 700 de nuestra era. En 1954, se aisló el virus causante de la enfermedad y las vacunas para prevenir la enfermedad estuvieron disponibles en 1963.



El sarampión se contagia por la respiración (contacto con los fluidos procedentes de la nariz y boca de una persona infectada, tanto directamente o mediante transmisión por aerosol), y es altamente contagioso - el 90% de las personas sin inmunidad que convivan con la persona infectada, se contagiarán. Por vía hematógena o vehiculizado por los propios linfocitos, el virus asienta luego en el tejido linfoide del sistema reticuloendotelial (amígdalas, adenoides, timo, bazo, tejido linfoide intestinal, médula ósea), donde se multiplica y produce como efecto citopático las células de Whartin-Finkeldey, células gigantes con más de 100 núcleos e inclusiones eosinófilas. La necrosis de estas células da lugar a la segunda viremia con diseminación sistémica.



La peste negra:





Conocemos con ese nombre a la gran enfermedad que desde 1347 a 1350 azotó a casi todo el continente europeo. Caracterizada por la inflamación que producía de los ganglios linfáticos, se denominó epidemia de peste bubónica. Para algunos especialistas antiguos existieron, desde el punto de vista médico, otras variantes: la peste septicémica, que dejaba sentir sus efectos por la infección en la sangre, y la neumónica, que producía inflamación pulmonar. Si bien era posible que en ocasiones el enfermo se recuperara de la primera, la otra resultaba casi siempre mortal. Su nombre se debió a las manchas oscuras, casi negras, que aparecían en la piel a consecuencia de las hemorragias subcutáneas.


















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